La historia la escribimos nosotros cada día.
A lo escrito en las páginas de la historia de
la humanidad por Gabriel García Márquez con su pluma, a quien en nuestros días
añoramos, y lloramos aún, por cuanto es muy reciente la perdida para
nosotros.
A lo ya hecho por Shakira, que aún me eriza
la piel al escucharla cantar; y no tanto por su voz única e inconfundible, ni
tanto por la letra de sus canciones. Sino, por lo orgulloso que me siento de
ella al verla en escenarios de talla mundialista; y sus videos musicales tan
artísticos, llenos de talento en su danza, su actuación y su cantar. Es una leyenda viva. Hermosa, fantástica, inconfundible, y con un
corazón enamorado de las niñas y niños de nuestro país. Toda una “Idol”
digna de imitación.
A lo ya recorrido por Juanes, y Carlos Vives
en el mundo de la música, y a la bella voz de el único cantante colombiano
invitado a ser “el cantante” en la Casa Blanca en Estados Unidos… Cabas.
Súmenle a la buena presentación de la
selección de fútbol de Colombia en Brasil, la de James Rodríguez (para mí, el
mejor jugador del mundo hoy por hoy) en España, la de Nairo Quintana, Rigoberto
Urán en Italia, y Arredondo en el ciclismo de élite; Juan Pablo Montoya en la Formula uno, la Nascar, y ahora en la Cart, Huertas y Muñoz en la Indycar , la representación
de Yonny Hernandez en la moto GP, el campeonato mundial de micro-fútbol femenino
2013, los innumerables triunfos en patinaje, y los ya muy conocidos e
inolvidables alcances en los Olímpicos como el de Caterine Ibarguen en el salto largo, por estos días nominada a la mejor deportista iberoaméricana, Diego Salazar
Quintero, Mariana Pajón y María Isabel Urrutia entre otros… Agréguenle el talento tan reconocido a nivel
mundial de actores y actrices que se destacan hoy en Hollywood como la admirada Sofía Vergara o en las artes, las obras de
Botero que ya son un referente mundial.
Y es que no solo la música y el deporte Colombiano
vienen cambiando la imagen de nuestro país ante el mundo de una manera
positiva; no solo estamos presenciando la mejor generación de deportistas y
artistas de todos los tiempos. También nuestras reinas de belleza hacen de sí mismas, la encarnación de las Diosas del Olimpo. Porque no es solo genética, dejenme decirlo; ahí también hay mucho sacrificio; horas de gimnasio y dietas interminables, estudios y preparación de primera. En fin...
Estamos asistiendo al despertar de un país
entero que emprende incansablemente en busca del éxito, de la buena fama, del
orgullo patrio, de sembrar el camino para que las nuevas generaciones lo
recorran con flores silvestres a la vista, aguas que reflejen el paisaje y aire
limpio por do quier. Es decir, que
aquellos que están por nacer “no se
hallen en el mundo vergonzoso, lleno de violencia y de tristeza como aquél en
el que a muchos de nosotros les tocó morir”, aquél en el que aún tenemos que
sobrevivir y sufrir.
Colombia no es simplemente un país de tierras
lindas, fructíferas, y arborizadas para que el mundo respire mejor… es un
cúmulo de almas que se esfuerzan al máximo de sus capacidades, de sus energías,
y de sus pensamientos y estrategias, para resurgir de la muerte política y
económica en donde nos han querido confinar.
Colombia ya no es la tierra del olvido (como
dice Carlitos Vives) donde nos han deseado preservar las potencias mundiales, y
de, el patio trasero para recolectar droga donde nos han estratificado a nivel
internacional. ¡Ya no!
Ya no porque ya no lo aceptamos.
Para nosotros los colombianos de bien, que somos 46’935.234 (por decirlo
así), contra unos pocos miles que pretenden seguir defendiendo una guerra
ilegitima; destruyendo nuestros suelos, y con ellos, nuestros sueños y más
preciados anhelos.
Somos casi 47’000.000 de seres humanos que
hemos dicho “Basta”. No solo desde las
urnas, donde depositamos nuestra confianza en el gobierno de turno, de quien
esperamos haga lo propio. Que haga lo
que cristo Jesús dijo: “hasta la sangre y
la vida por salvaros del calvario” (aquellas
palabras a las que se refiere nuestro inmaculado himno nacional elevado y
entonado febrilmente por aquellos que lo han cantado rasgando su voz en
presencia del mundo entero pidiendo que lo comprendamos)…
Así es, tal y como: ¡Hoy es el último día
para muchos, y el primero para otros tantos!
Nosotros los colombianos, estamos luchando en una especie de consciencia
colectiva por lograr que ese día, sea el mejor para ellos, y para nosotros…
cada día… y en cada caso.
Yo, también he hecho lo propio.
He luchado incansablemente por dejar el nombre de la tierra que me vio
nacer, por todo lo alto; para beneficio de aquellos que vendrán en el futuro,
aquello a lo que la sociedad llama: el bien común… y tú… ¿ya has hecho
algo? Si aún no te has sumado…
¡emprende!
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