domingo, 25 de septiembre de 2016

¿Quién puede decirle NO al plebiscito en Colombia?




Sin lugar a dudas podría pensarse que aquellos que le digan No a la paz en Colombia, tendrían que ser aquellos que hacen dinero con la guerra o que sus finanzas dependen directamente de ella.  Por lo tanto, forzosamente se pensaría en alguien extranjero, pero si se mira a profundidad; también deben haber colombianos a quienes no les interese que en realidad haya paz en nuestro territorio.

*Si una persona tuviera que pagar de su bolsillo propio más de 100 escoltas para su seguridad, seguramente haría todo lo posible para que la guerra continúe y así el gobierno nacional deba continuar con la obligación de protegerle a él, y a toda su descendencia.

Con la paz, el impuesto a la guerra tendría que desaparecer a la fuerza.   Al no haber conflicto, las reformas proteccionistas para ex presidentes tendrían que cambiar de billones de pesos al año, a solo millones.  En otras palabras, el gasto público en ese sentido se reduciría drásticamente.

**Si la guerra fuese el único argumento válido para mantener la personería jurídica de un partido, obligatoriamente tendrían que acudir a la dignidad, a la memoria, y a cualquier otro argumento que dé sustento a sus convicciones, ideales y posturas.

Pero, un partido político que se configure como Centro, pero que en la realidad sea de ultra derecha o de extrema izquierda, ya habrá perdido su esencia, su norte o su sentido demócrata.  Oponerse a la paz, solo por hacer oposición, es mejor llamarlo INTRANSIGENCIA; aunque según los párrafos anteriores, la intransigencia no es la descripción asertiva, allí es más bien un acto de supervivencia de la persona jurídica.

¿Acaso, partidos políticos no desaparecen cada cuatro años?  Esa es una realidad.  Pero, desaparecer la guerra sobre un territorio es algo magnánimo.  Algo que requiere de más patriotismo por la vía racional, que por la entrega de la vida en el campo de batalla.

***Los celos políticos también pueden abrumar la visión del futuro que sobreviene para un país que durante medio siglo solo conoció la guerra.  Pero ¡que rico sería poder conocer qué se siente vivir en paz!... Sin embargo, en el escenario político colombiano parece que la acción de la oposición va más hacia el: “si no pudimos nosotros armar el acuerdo, que nadie lo haga --Celos--.  Y eso que todos sus planteamientos de otrora eran idénticos.

En ese sentido, podría pensarse que la estrecha relación que hubo en el pasado entre el doctor Uribe y el ministro de defensa en aquella época: Juan Manuel Santos, solo sirvieron para que una sola persona en todo el país se beneficiara de las políticas de la seguridad democrática –el mismo senador Uribe--.

Dándose cuenta de ello --y esto es solo una teoría--, quizá, “JuanPa” --como le llaman de cariño--, tomó la decisión de servirle a un bien mayor: a la colectividad del país, o sea, al pueblo.  Y por ello, los del Centro, lo llaman traidor o el Judas del siglo XXI.

¿Pero cómo pueden llamarlo Judas?  ¿Acaso Uribe podría ser comparado con Jesús? --Libre de todo pecado--.  Y… ¿Cómo pueden llamarlo traidor?  ¿Acaso fue nombrado presidente interino por un hombre para que siga con sus ideales? --A dedo-- No.  La realidad es que, el doctor Santos, fue elegido por la mayoría de ciudadanos precisamente por sus ideas contrarias, por su proyecto: la búsqueda de la paz en medio de la guerra.  Y la mayoría es la mayoría, duélale a quien le duela.  ¡Eso es la Democracia!

Entonces, no puede ser traidor alguien que le ha cumplido al pueblo que lo eligió.  Porque como en alguna parte dijo Oreste Popescu: "Juntad la voluntad del pueblo por sus necesidades y deseos, por su clamor, y en ese sentido, la voz del pueblo, será la voluntad de Dios" -- Y eso hizo Santos, interpretar la voluntad colectiva de la mayoría--.

“¡Que la guerra no se va a acabar!” --Dicen--.  Claro que no se acabará de manera inmediata.  Eso es lógico… Aun queda el ELN entre otros… pero la dejación de armas de las Farc --como la más poderosa y numerosa guerrilla de América--, dejará sin argumentos a las demás, y no tardarán en sumarse al camino de la paz --si su lucha es por el pueblo, ya no tiene caso seguir, pues el pueblo ya está cansado de ello y eso fue lo que expresó en las urnas cuando se dio la reelección--. 
 
“Quizá no sea el acuerdo más perfecto de la historia en tratados de paz” – De La Calle., pero se logró.
 
Fueron cuatro años de negociaciones que dieron fruto en la consciencia guerrillera; una que se acogerá a pagar prisión por delitos de lesa humanidad, y por otro lado, a pagar 20 años por aquello que no confiesen y aparezca en las declaraciones de terceros…  A reparar a las víctimas con lo que tengan financieramente y a pedir perdón…  A debatir sus ideales desde un congreso demócrata mayorista, con una representación mínima.

En un escenario así, una Colombia Bolivariana --a la Venezuela-- está lejos de hacerse realidad; pues las Farc no llegan al poder con un golpe de estado, sino por las vías de un tratado de paz.

En todo caso, si hay odio y rencor por el pasado, el pueblo tendrá la oportunidad de elegir o no elegir a sus representantes políticos a través de la voluntad, y no de la fuerza, como sucedía en la época de la Farcpolitica y la Narcopolítica; pero para poder habilitar esa toma de decisiones ¡libre y en paz!... y pasar la factura --si se quiere--; hay que darle paso primero al plebiscito por la paz con el Sí.

La guerra ya nos ha costado cientos de miles de billones de dólares en 52 años, no solo a Colombia, si no a gran parte de América --directa e indirectamente--.

¿Qué tal si en los próximos 52 años, se invierte todo ese dinero representado en ayudas y cooperación internacional para la paz, por el sostenimiento del medio ambiente acordado para los países que son pulmones del mundo, y las futuras reformas tributarias que hayan, para la educación, la salud, la infraestructura, la tecnología, el agro, la reforestación, la investigación en nuevas formas de energía, en ciencia, en medicina; para impulsar el deporte y los atletas olímpicos, los programas de equidad social como vivienda gratuita para los más pobres, incentivos para jóvenes emprendedores, subsidios a más madres cabeza de hogar y la protección social de los niños, niñas, y la tercera edad?

La guerra ha sido el Cáncer que ha carcomido el sistema de salud, el sistema pensional, el educativo y el investigativo en todos los campos.  Es hora de dejar atrás ese panorama de insostenibilidad económica y darle un ¡Sí!... a una historia diferente… una que construiremos todos Unidos… paso a paso.  

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